40 años y 500 vidas

Arriba de una carreta vamos sobre un camino de terracería, comemos sandias y melones que salen de quien sabe dónde, años después en ese mismo lugar comemos un delicioso caldo de mojarra del rio cercano, el lugar es las palmas en el estado de Oaxaca.

Un delicioso aroma a café inunda la sala de mi abuelita Queta, al poco rato hay un plato de frijoles refritos con crema y queso fresco en la mesa, un manjar de amor de una de las mujeres mas bondadosas que he conocido, el lugar es Ciudad Ixtepec, Oaxaca.

Me levanto temprano, alrededor de las 5 y media, observo por una rendija a mi abuelita Natalia, ella habla con una profunda devoción con la virgen María, pide por todos sus hijos, le cuenta lo que le preocupa y luego lo deja en sus manos, todo lo hace mientras se peina una larga cabellera y se pone aceites aromáticos que solamente de recordarlo puedo sentir su olor. El lugar es Tapachula, Chiapas. 

 Llegamos a un lugar desconocido, los vecinos nos mandan frutas y prestan una manguera para el agua, el terreno es grande, solamente hay una construcción que es un cuarto, no hay baño, se improvisa uno en el fondo del patio, la regadera es una lata de chocomilk agujereada, del retrete solo diré que, si tardabas mucho sentado, te ardían las piernas de las marcas que dejaban. Ese fue el inicio de la casa familiar, el lugar es Peto, Yucatán.

Todos corremos mientras mi madre, mis tías y mi abuelita cocinan en cantidades industriales para alimentar un ejercito de niños como de 20 integrantes, todo es risa, bromas, fiesta de cada fin de semana, alimento de familia para el alma, llantos en ocasiones y mucha, mucha, pero mucha comida, de mañana, tarde y noche y a veces de madrugada, la fiesta fue una contante en casa de mi abuelita Benita, el lugar es Peto, Yucatán.

Viajamos, vamos todos, mis padres, Cris, Indi, Yaso y yo  recorremos un largo trayecto, la primer parada es siempre un lugar donde comer, pasamos Champotón, ciudad del Carmen, Villahermosa, Coatza, el destino siempre fue, Ixtepec en Oaxaca y Tapachula en Chiapas, amaba el destino, pero el trayecto vive siempre en mi memoria, las bromas, las anécdotas y el viaje de regreso siempre fue obligada una noche en San Cristóbal de las casas, que es un lugar maravilloso. El viaje siempre fue sanador.

Veo a Cami salir de la sala de partos, ella no me ve, pero parece que me ve con sus enormes ojos, me enamoré en ese instante, sus manitas sostuvieron mi alma. Matías llega a alegrar mi vida con sus divinas ocurrencias, puso a prueba mi ego maltrecho y me enseñó lo que es verdaderamente importante, me aterrizó hacia sus bracitos. Leo vino directo a mis brazos y no esperó que le diera algún lugar, lo exigió desde el primer momento, no me da descanso, y no para de recordarme que a este mundo venimos a ser felices, punto.

Comer una tlayuda en Oaxaca, un tamal de mole en Tapachula, unos salbutes del mercado en Peto, Yucatán, un ceviche del mar caribe, o un pescado de limoncitos en Chetumal, una champola de colón en Mérida. Una pizza de mariscos en Holbox, una tranca de Lechón o Cochinita en Campeche, unas garnachas en Juchitán, unos tacos de 5 por veinte a la salida del metro en el DF, una tarde de helados y/o cafés en Coyoacán viendo pasar a la gente. Comerse medio o un cabrito en Monterrey, una torta (o dos) ahogada en Guadalajara. 

Unos burros en Tijuana, unos tacos de lo que caigan en el “fresco” de Mexicali, un chicharrón preparado en Ixhuatlán del café en Veracruz, una birria en la polar, una barbacoa en la zona limítrofe de Quintana Roo con los entrañables amigos de esos lares, unas chelas y tequilas con mi tía Chary en Cuautitlán, cualquier comida preparada por mi madre, una carne asada con mis hermanos, un desayuno después del año nuevo con todos mis primos, un huevito con longaniza de mi esposa cada fin de semana, en fin,  llegado a este punto entiendo el porqué de mi  obesidad cuasi mórbida.

Ella me ve de reojo, hace como que no me ve, yo hago como que no veo que disimula, pero la encaro y la saludo, la invito a ir conmigo, me dice que no, insisto y no acepta, pero no acepto que no acepte y la convenzo por fin de ir conmigo a averiguar cual es su problema en el trabajo, su nombre es Paty y es mi esposa, el lugar es Chetumal, y ella es quien ha cuidado con mucha vehemencia de mí durante los últimos ocho años y debo decir que no sería yo quien soy, si ella no estuviera a mi lado, yo solo puedo amarla.

La vida me ha regalado amigos en todas las épocas de mi vida, y yo los he querido y quiero mucho, las responsabilidades, el ritmo de vida, la lejanía, y un sinfín de cosas más, nos ha impedido compartir tiempo como lo hicimos alguna vez, yo imaginé que el día que cumpliera 40 años trataría de reunir a la mayoría de ellos, pero el virus innombrable ha impedido siquiera pensar en ello. Yo solo quiero decirles que viven en mis pensamientos y cada que puedo pido por que la vida los trate lo mejor posible.

Mi vida me ha parecido muchas vidas, a veces parece que fueran solamente parte de un sueño, mis recuerdos se aglutinan en mi cabeza sin ningún orden, y en verdad pienso que he sido muy afortunado de haber conocido tantos lugares, tantos sabores, tanta gente tan bondadosa que me ha ayudado en los trayectos, tanta gente que me ha extendido la mano, tal vez defraude la confianza de algunos y me arrepiento, tal vez hice daño y también me arrepiento, pero yo vengo a ofrecer mi mano y corazón pidiendo que excusen al que fui, agradezco al universo el estar vivo y poder escribir recuerdos de una vida que parecen muchas. 

Gracias a todos mis amigos que se reunirán conmigo en una fiesta imaginaria que tendrá lugar en mi cabeza y en la que todos se portaran muy bien y reiremos y cantaremos, mientras contamos historias de vida que no puedo poner en este espacio. Je je .

Comentarios

  1. Que hermosas palabras y recuerdos tan bonito vien dicho gracias adios Issac y pues que bengan muchos años mas para q no se olviden

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  2. Me transportas dentro de mi imaginación casi pérdida a revivir junto a ti esos momentos en los que no fui parte pero los sentí como si lo hubiera sido.

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