Relatos para pasar la tormenta: la bici, el pedal y la herida.
Relatos para pasar la tormenta: la bici, el pedal y la herida.
Desde hace casi mes y medio me levanto muy temprano y salgo a
pedalear, andar en bicicleta es algo que me ayuda a calmar la mente, a relajar
el cuerpo y sobre todo es algo que disfruto. Ponerme los audífonos y escuchar
música nueva, vieja, de todos los ritmos es algo que complementa mi recorrido. Meses
después de haber entrado en la pandemia el hastío había empezado a apoderarse
de mí, a pesar de haber construido una rutina familiar, laboral y de que hacer
en la casa, rutina es rutina y hay días que nos pone contra las cuerdas, la
rodada en bicicleta me dio una oportunidad de respirar distinto.
Recorrer el boulevard es, en sí misma una experiencia
maravillosa, quienes vivimos en Chetumal disfrutamos enormemente de las
increíbles vistas que la bahía nos regala amaneciendo, respirar esa brisa,
mirar como el mar se pierde con el cielo y la bruma es algo indescriptible,
pero además gratis y si ese recorrido lo extendemos hasta el pueblo de
calderitas cuando las piernas y el cuerpo resisten, es increíble. Andar en bici
es aparte de un excelente ejercicio, algo muy sanador, despejar la mente y
disfrutar del paisaje te da la energía y la tranquilidad para poder llevar a
cabo tu día con la mayor paz posible.
El domingo pasado me levanté temprano como casi todos los
días desde que ando en la categoría de adulto cada vez mas mayor, y me dispuse
a iniciar mi recorrido desde mi casa hasta la UQROO por ser domingo y no
exigirle tanto a las piernas, todo fue de maravilla hasta que de regreso ya
casi como a un kilometro o menos de mi sacrosanto hogar, intenté pedalear lo
más fuerte posible parándome sobre mis pedales para agarrar mayor fuerza y así
incrementar la velocidad, sin embargo, el pedal izquierdo se rompió en pedacitos
justo en el momento de pararme, solamente quedó el puro fierro que terminó por
clavarse en mi pantorrilla, sentí un dolor fuerte e inmediatamente pensé que
tendría una raspada macabra, pero lejos de ser un leve raspón fue una abertura
muy escandalosa.
Al momento de bajar de la bicicleta y ver la sangre, la carne
y grasa expuesta fue algo tan impresionante que por poco y me desmayo, no
recuerdo nunca haberme desmayado pero creo que por lo que sentí estuve a
punto, tampoco recuerdo nunca haber
tenido ninguna clase de accidente que requiriera siquiera consultar un doctor,
pero esta ocasión fue distinto, inmediatamente después de ver esa imagen me
quite una de mis dos playeras y quise detener la sangre, aunque en realidad
creo que el instinto me hizo taparlo para no ver la herida y no perder el
conocimiento.
Pasó un ciclista, grite ¡ayúdame! No me escuchó, llevaba sus
audífonos y creo que, así como yo disfrutaba mucho su andar. Luego alguien en
su carro se detuvo enfrente de la avenida, yo opte por sentarme a la orilla de
la carretera, me gritó ¿estas bien? Y la verdad no supe que responder, le dije
que sí, pero no, ¿ya le llamaste a alguien? Le dije que sí, y así fue, le
marqué a mi esposa, pero no supe decirle con exactitud que me había pasado,
luego se detuvieron dos coches más, se preguntaban entre ellos que es lo que
había pasado. Hasta que gracias a la divinidad o a la suerte, un policía que
salía de su turno en el CERESO se detuvo del otro lado de la carretera y este
si se bajó de su coche y atravesó hacia donde yo estaba, al ver la herida se
asustó y me dijo que requería una ambulancia, inmediatamente llamo a una, se
identificó como oficial de policía y tal vez por eso la ambulancia llego en
cinco minutos, eran de la cruz roja, para esto ya había gente parada por todos
lados, gente tomando fotos y viendo que pasaba, yo solamente me sentía
avergonzado, y con miedo, pero gracias a ese policía, a la gente que se detuvo
a preguntar, a la ambulancia y sus tripulantes todo pareció un mal sueño.
Todo acabó en un hospital, con un doctor muy joven y
relajado, que inmediatamente se dispuso a lavarme la herida, primero sin
anestesia, cosa que no pude aguantar, luego luego me puso anestesia y se
dispuso a costurar, diez puntadas, no sentí gran dolor, solo angustia por mis
hijos y por mi mujer que estaba muy nerviosa cuando vio la herida.
Los accidentes pasan en un abrir y cerrar de ojos, antes del
accidente yo iba pensando que ese
domingo después de desayunar llevaría a mis hijos a dar una vuelta en bici,
nunca pensé que el pedal de una bicicleta pudiera hacerme una herida semejante,
pero pasó, yo solamente puedo agradecer a toda la gente que se detuvo, al
policía que llamó a la ambulancia aun cuando no estaba en servicio, a la
ambulancia que llego rápidamente y a todos mis amigos que un poco en broma y
otro tanto en serio se preocuparon por mí.
A mi me queda la lección de que cada vez que podamos ayudar a
alguien lo hagamos, que cada vez que podamos ayudar a los policías a hacer su trabajo
y sobre todo reconocer su gran labor lo hagamos, que cada vez que podamos donar
a la cruz roja hagámoslo, y si vemos que alguien necesita ayuda blindémosla,
hoy por ellos, porque en cualquier momento podemos el día de mañana ser
cualquiera de nosotros.
Entiendo que hacer algo que te apasiona siempre implicará un
riesgo, solamente no haciendo nada es que puede pasarte nada, por mi parte yo
quiero regresar a andar lo antes posible en bici, pero ahora sin pararme en los
pedales jejeje. Este ha sido un relato salvaje de mi andanza en bici, espero
les sirva para pasar la tormenta, deseo que todos estén bien y que dios los
cuide en sus hogares.
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