¿Tener la razón o ser felices?




No les pasa que entran a Facebook o twitter o alguno de sus grupos de what y de repente la dinámica predominante es querer tener siempre la razón, todos los días hay temas “relevantes” que tratar, todo mundo se siente capacitado y calificado para dar su mejor opinión y decir cómo deben resolverse todo tipo de problemas. Es entonces cuando me pregunto ¿Cómo es que teniendo tanta gente menudamente intelectual, super calificada y con tantas recetas para hacer las cosas, no se hacen?

Trátese del tema que sea, todos los días puedo observar que hay mucha gente que bien podría ser directores técnicos de la selección de futbol, volibol, básquet e inclusive ser titulares de la CONADE o titulares de cultura o medio ambiente. Hay gente también quienes son críticos de cine, de arte, de política y religión. Yo sinceramente solo encuentro una explicación a todo este asunto de expertos en todo y es la siguiente:

Mi teoría es que siempre han existido los todólogos, expertos en todos los temas, solamente que antes, los “expertos” nos juntábamos en mesas de café o de chelas, en las reuniones familiares y fiestas del tipo que sea y después de un rato de descomponer el mundo cada quien se iba a su casa seguro de que había ganado y con su opinión había podido convencer a los otros de su error.

Y hasta este punto no pasaba de ahí, en la próxima reunión o fiesta seguramente habría revancha, nuestras neurosis coexistían de manera pacífica por intermitentes espacios de tiempo. Ahora en cambio las discusiones en publicaciones de Facebook pueden durar semanas enteras e incluso meses.

En twitter la cosa va por allá, abren hilos de discusión interminables, con argumentos sesudamente rebuscados y los #hashtaggs los agrupan para que puedan ser tendencia y con esto demostrar cuántos miles están contra, de otros miles. Nuestra neurosis ha tenido un ensanchamiento de proporciones considerables.

Yo pienso que en el fondo querer tener siempre la razón nos ha traído muchos problemas, porque muchas veces no nos conformamos con querer tener razón siempre, queremos andar mostrándole a todo el mundo cuánta razón tenemos. Y por si fuera poco, no nos basta solo con tener razón o creer que la tenemos y que los demás lo vean, sino que además queremos poner énfasis en que los demás están equivocados, casi casi como niños de primaria que quieren demostrar que sus tenis son los mejores, aunque el de a lado tenga exactamente los mismos. Yo mismo en este mismo instante estoy queriendo tener la razón y como ¿para qué? ¿Sirve para algo tenerla? ¿Me ayuda a ser mejor persona? Lo dudo.

Lo que sé es que estamos empleando demasiada energía en cosas inútiles, allá afuera en la vida real, siguen matando mujeres, niñas, jóvenes, adultos. La descomposición social es multifactorial y nada parece detenerla…

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