Leo y sus enseñanzas
Cuando Leo nació supe que era mi última oportunidad de disfrutar a plenitud de todo lo que implica la paternidad, algo terminó de formarse en mí, experimenté la añoranza desconocida hasta ese momento, de lo que es saber que sería el último de mis bebés. Ya sabía por la experiencia previa de mis dos primeros hijos, que el olor a bebé, los primeros balbuceos, las primeras monerías una vez que se van, no vuelven. Por mucho que la memoria se esfuerce. Supongo que es parte de un proceso biológico que nos impide recordar todo, algo así como querer retener todo cuanto vives y sientes al abrazar a tus hijos por primera vez. Si asi fuera, tal vez no los dejarías crecer, volverse independientes y finalmente irse. No lo sé de cierto, pero lo supongo. Con Leo quise aferrarme a todas las cosas que ya no volverán, tal vez por eso digan que lo consiento, tal vez he procurado estar más atento a todos los detalles que finalmente un día olvidaré por mi bien y por el suyo. Para anticiparme a lo...